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Cuando los lugares son malditos.Castle rock. Primera temporada

  • Foto del escritor: Sandy Blackstar
    Sandy Blackstar
  • 15 dic 2020
  • 5 Min. de lectura

Por Sandy Blackstar


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A veces la Caja de Pandora es abierta para liberar todos los terrores en el mundo; a veces simplemente dormita pacientemente, esperando su oportunidad. Los antiguos griegos hablaban de las fuerzas naturales y sobrenaturales que se contraponen a las fuerzas heroicas humanas, fungiendo como cruel e invencible antagonista. Y en pleno siglo XXI, todavía la supremacía humana no ha podido poner cadenas a ciertas reticencias misteriosas y siniestras que persisten en algunos lugares “alejados de la mano de Dios”. Stephen King regresa con una serie episódica, Castle Rock, la cual expone la imposibilidad del ser humano ante lo adverso, ante las circunstancias prevalecientes de un lugar, salpicado por los grises, rojos y ácidos ecos del pasado. Stephen King pone en contexto posmoderno la premisa básica de la tragedia griega: el ser humano es apenas un habitante de la indómita tierra; luego, está a sus expensas… Así como en It (Eso) los terrores cobran vida, en la mortecina Derry, Castle Rock es el sitio ubicado en el mapa, para contarnos cómo es el transcurrir de personajes, simplemente humanos, cuando tienen que lidiar con la tragedia que presupone el poner los pies adentro en un lugar echado a perder.


Ya de inicio, se acentúa el protagonismo del lugar, viendo que justamente así se titula la serie. Castle Rock es un sitio de antaño, anticuado y con historia; guarda remanentes y maldiciones del pasado, de los antiguos tiempos de la Cacería de Brujas, los cuales siempre terminan por maldecir la historia personal de sus habitantes. El universo de Stephen King se desdobla, al traer a escena este fantástico, pero ficticio lugar, el cual es también escenario de historias varias del autor. Cabe aclarar, que Stephen King no es el escritor de la serie y que ésta ha sido producida por la compañía Bad Robot, perteneciente nada más y nada menos que a G.G. Abrams, conocido por su notorio trabajo en la precursoria serie Lost. La serie, Castle Rock, en su conjunto, es un ejercicio de intertextualidad para rendir honor a personajes y circunstancias varias dentro del universo de Stephen King. Por ejemplo, en Castle Rock se halla la famosa prisión Shawshank, que habrá de transportarnos a la excelente y aclamada historia Shawshank redemtion, o Sueños de Fuga; el personaje antagónico de la serie está encarnado por Bill Skargaard, a quien de sobra conocemos por su más reciente interpretación en It (Eso); también, el personaje protagónico de la serie, el abogado, Henry Deaver, debe cuidar de su madre con lagunas mentales, quien es la icónica Sissy Spacek, perpetradora del escándalo en Carrie, dado sus dones telequinéticos. Así, realmente Castle Rock es enganchante de inicio, pues nos asombra ver a estos conocidos referentes, que nos llevan a preguntarnos ¿a dónde va a parar todo esto?


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Grosso modo, Castle Rock presenta, como punto de partida, el forzado regreso de Henry Deaver a su pueblo natal, Castle Rock; esto ante un siniestro misterio que acaba de suceder en el pueblo: el jefe de la penitenciaria Shawshank acaba de suicidarse, lanzando su auto hacia el simbólico lago que cuenta los secretos de la comunidad. Ya en las averiguaciones, se tiene como conflicto del primer episodio –y de la primera temporada– el descubrimiento del extraño prisionero sin nombre (interpretado por Bill Scargaard), quien al parecer estuvo cautivo años enteros en el ombligo de la lúgubre prisión, dentro de una jaula, sin luz y sin que nadie supiera de su existencia. El que el líder penitenciario tuviera al preso en condiciones tan infames y sospechosas pone en duda su integridad moral, pero también la de todo el pueblo. El muchacho parece indefenso. Así, hace su aparición Henry Deaver, quien a manera de presagio, y en su calidad de abogado defensor, ha decidido poner a salvo al muchacho. Al parecer no nada más el cautivo, interpretado por Scargaard, ha sufrido los estragos de ser el señalado y el repudiado injustamente por una comunidad supersticiosa y decadente. Conforme vamos avanzando en la serie, vemos cómo Henry Deaver había escapado de Castle Rock en un intento por recuperar su paz y su vida, pues años atrás había sido juzgado prejuiciosamente, cuando murió su padre, estando ambos en el bosque. El papel de Sissy Spacek va ganando consistencia, conforme revela que tener alzhéimer puede ser un mecanismo de defensa, para no perder la cordura ante los eventos extraños de su vida y en Castle Rock; también, en el episodio titulado “The Queen” la delirante madre de Deaver es pieza clave para entender lo que sucedió consigo misma, con su familia y con el extraño muchacho encerrado en la prisión. Por otro lado, destaca el personaje secundario de Molly Strand, amiga de Henry desde la infancia, no solamente como testigo de eventos varios, sino también por su don psíquico que le ayuda a Deaver –al igual que sucede con Spacek– a mirar los eventos recientes, y la historia de la comunidad en su conjunto, desde otra perspectiva, menos lineal y más polifacética.


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Estructuralmente, algo muy bien resuelto en esta serie es cómo las subtramas de cada personaje, quienes van perfilándose a través de los varios capítulos, van entrando en correlación, a la hora de entender el misterio que asecha a la comunidad de Castle Rock. Castle Rock, estrenada en el 2018, no es una serie de muchos personajes, pero sí de significativos y bien desarrollados personajes. Hay momentos en la trama en la que se sentirá remordimiento y compasión por el suicida del inicio de la historia; hay momentos en que se comprenderá que tuvo sus razones para poner en la oscuridad al muchacho misterioso de la penitenciaria. Del mismo modo, cada personaje puede ser a la vez inocente o culpable. Recordar que en Castle Rock las personas decaen, se erosionan, o incluso se corrompen, como si se contagiaran con la esencia del lugar.



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Castle Rock, primera temporada, además de estar impecablemente ambientada y dirigida, nos muestra que el terror todavía subyace en las sombras de los sitios donde se padeció martirio o dolor; asimismo, la nueva generación, el habitante más nuevo llegado a Castle Rock es quien tendrá la última palabra, pues nadie puede contarle, sino que tiene que ir ahí, a experimentar en carne propia el cómo se tejen las vidas de leyenda de sus habitantes. La serie me recuerda una frase del autor de terror, H.P. Lovecraft, quien dice que “no está muerto lo que puede yacer eternamente; y con el paso de los extraños eones, incluso la muerte puede morir”. Castle Rock nos remontará a momentos de los antiguos ritos y tradiciones paganas, las cuales pueden latir de forma imperecedera, poniendo en peligro las urbes y las nuevas cotidianidades, siempre que el lugar despierte, o salga de su letargo. Castle Rock, primera temporada, deja abierta la puerta para una segunda temporada, dado su exploración sobre la relatividad de espacio-tiempo, tema tan socorrido en el género Ciencia Ficción, pero también tan asequible para los espectadores escépticos de estos días, quienes, después de todo, sentimos todavía cierta fascinación por fantasmas, lugares malditos y objetos ajenos a las leyes de la naturaleza. ¿A quién no le impacta la idea de que el propio lugar tenga su karma, tal y como ocurre con Castle Rock?

 
 
 

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